Sanidad Canaria

13/03/2022

Averiguar si un pescado está malo es fundamental antes de cocinarlo. Si compras pescado fresco, deberías comerlo en un margen de dos o tres días. Pasado ese tiempo, su buen estado en la nevera peligra, y empiezan a proliferar las oportunidades de intoxicación alimentaria

Además de atender a la fecha de caducidad, que bajo ningún concepto debes sobrepasar en el caso de la carne o el pescado fresco, es importante saber detectar las señales de un pescado en mal estado. 

Antes de llevarte disgustos, para conservarlo correctamente en la nevera, la temperatura tiene que permanecer constante entre 0º C y 4º C. El pescado fresco debe guardarse en la zona más fría del frigorífico. 

Un truco del mayorista Santiago Montenegro consiste en empapar un trapo y dejarlo húmedo, envolviendo con el ejemplar y revisando que no se seque.

Para comprobar si un pescado está en mal estado y es peligroso comerlo, puedes atender a 3 factores: olor, apariencia y textura. 

Olor desagradable

Las características del olor del pescado en mal estado, que se diferencia claramente al aroma propio de los peces y mariscos, marino y salado.

Si un pescado está malo percibirás un hedor fétido, rancio y a veces, similar al amoníaco.

Recuerda: el olor a algas y amar es señal de que está en buen estado. Un penetrante aroma desagradable o hediondo indica que ya no podrás consumirlo.  

Pescado opaco, gris o traslúcido

Además de la prueba del olfato, la apariencia del pescado es importante. Si lo ves grisáceo, de color opaco o translúcido, indica que se ha echado a perder.

Por supuesto, el tema del color depende de la tonalidad previa de la especie: el salmón debe ser de color rosa rojizo, el bacalao blanco o el atún, de tono rojo oscuro o rosado. Al comprar un filete de pescado, debe verse húmedo y reluciente.

Viscosidad

Examinar la textura es esencial para conocer el buen o mal estado de un pescado. Si está pegajoso o viscoso ya no debe cocinarse ni comerse. 

El pescado debe tener un tacto terso, compacto y elástico. Si carece de estas propiedades, no tientes a la suerte. 

Ojos, branquias y escamas

Tu vista te ayudará a percibir los diferentes elementos del pescado y saber si está bueno. 

En Mapfre Hogar explican que la decoloración de las branquias es una mala señal. Si se tornan grises o amarillentas, despídete del pescado. También su pérdida de brillo o si están pegadas entre sí. 

Mira también los ojos del pez: si están hundidos significa que ya no es comestible. La córnea lechosa y la pupila gris, como si tuviesen cataratas, son otros indicadores clave. 

También el desprendimiento de las escamas y de la carne, la piel demasiado blanda o las vísceras hinchadas al abrirlo. La tripa también es la primera afectada del envejecimiento o putrefacción de un pescado. Si está abultada, flácida o hundida no deberías ingerirlo. 

Según el Informe de consumo alimentario en España 2020, la pandemia aumentó el consumo de pescado en los hogares españoles, tal y como recoge la revista de Industrias Pesqueras. 

En términos de volumen, a cierre de 2020 se compró un 10,5% más de pescado y en valor, se gastó un 13,8% más. En promedio, en 2020 cada español consumió casi 25 kilos por cabeza de pescado al año. Los frescos siguen llevando la delantera. 

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria recomienda consumir hasta 3 o 4 raciones de pescado a semana, procurando alternar las especies entre pescados blancos y azules y limitar aquellos pescados grasos de mayor tamaño, debido a los altos índices de mercurio. 

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